Me he gastado 1.200 euros en dos entradas para ver a Taylor Swift
De cómo el ingenioso youtuber reflexiona sobre cómo poner un precio a las cosas que te haga inmensamente rico. O algo así.
No tengo ni puta idea de las canciones de Taylor Swift.
Mandadme a la mierda.
Conozco la de Shake it off y porque la he buscado en YouTube. Nada más. Comencé a ver el concierto ese de Prime hace unas semanas, y lo dejé a los veinte minutos.
Y sin embargo hace un mes me gasté 1.200 euros en comprar dos entradas.
Vale, eran un compromiso de trabajo.
Pero fueron mil doscientos pavazos.
«Estamos locos», pensaba mientras hacía la transferencia. «En algún momento dado de todo esto hemos perdido la cabeza como humanos».
Diez segundos después me di cuenta de que, a lo largo de los últimos años, he pagado más de 600 euros por cada uno de mis dorsales de IRONMAN Vitoria o Challenge Roth (éste en dos ocasiones).
Y que tengo una bicicleta de 5.000 pavos. Y otras dos más en el trastero.
En Barcelona tenía un excompañero de trabajo, Roger, que se gastaba unos 400 euros al mes en figuritas de plomo. EN-FI-GU-RI-TAS-DE-PLO-MO.
Ese mismo compañero decía que, si tenemos un hobbie y la capacidad financiera necesaria, no vamos a titubear un ápice al gastarnos la pasta.
Un tío listo.
Carles Torrecilla, doctor en Marketing y profesor mío en ESADE, lo llamaba “bolsillos mentales”. Carl Menger, economista austriaco del siglo XIX, lo llamaba “teoría del valor subjetivo”.
Lo llames como lo llames, la idea es la misma: el valor de un bien o servicio está determinado por la importancia que los individuos le atribuyen.
A mí un concierto de Taylor Swift me da completamente igual. Pero pago lo mismo por sufrir durante doce horas en un triatlón de larga distancia.
Y tú estarás leyendo estas líneas pensando que vas por la misma línea con el hobbie que te toque.
Vale.
A partir de ahí: ¿de qué va la newsletter de hoy?
¿Dónde está la moraleja, Dieguito?
En nuestros trabajos, podemos conseguir arrimar el ascua a nuestra sardina. Podemos poner un precio más alto - porque damos más valor - y que quien nos lo compra ni se inmute.
Vamos, que den palmadas con las orejas.
La narrativa, como el tamaño, importa
No es solo lo que cuentes, es cómo lo cuentes.
«La belleza es el esplendor de la verdad» que decía Platón. Hazlo bonito. Muy bonito.
En la medida en que crees una historia -auténtica y coherente- que conecte con tu audiencia, tienes el primer paso hecho. Y para ello hay que ser cercano y sincero. Puede que algunos vendan más mintiendo, pero será solo una vez. Clientes para años los conseguirás si confían en lo que les cuentas.
Tu historia seguro que es bonita. Lo que pasa es que seguro que no sabes cómo contarla.
¿Hace falta que meta aquí un enlace a Tilde? ¿En serio?
La experiencia memorable
¿Por qué cuesta una entrada para Taylor Swift lo que cuesta? Porque te asegura un espectáculo del copón.
¿Por qué cuesta una entrada para la Champions lo que cuesta? Porque te asegura una experiencia que no se te olvidará en la vida.
¿Por qué se tatúa la gente el logotipo de IRONMAN? Porque la entrada en meta es única. No hay nada igual. You’re an IRONMAN. Y a tomar por culo.
Así que si te dicen que correr son 600 pavos, pues los pagas y punto.
¿Y tú tienes una entrada en meta memorable?
¿Qué haces para que tus clientes se flipen?
Por cierto, esto sirve para clientes, compañeros de trabajo a los que tienes que convencer en reuniones de que te apoyen, amantes o la vecina del tercero que quieres que te cuide al gato.
Consigue una comunidad amplia
El tamaño importa, de nuevo.
Y mucho.
Crea una comunidad fuerte alrededor de tu marca.
Y que interactúe contigo.
Asume que la gente miramos el móvil para dos cosas: para entretenernos o para informarnos. Y que probablemente están en Instagram -leyéndote- mientras están plantando un pino, que es cuando más nos aburrimos.
Qué lejos aquellos tiempos en que leíamos los ingredientes del champú…
Olvídate de estar vendiendo tu producto -o tu marca personal- constantemente.
Cuenta historias de verdad, cuenta tus miserias, cuenta cualquier cosa que les hagan sentirse identificados contigo. Métete el ego por donde te quepa y sé entretenido. Sé un modelo.
Joder, qué intensito me estoy poniendo, tú.
Personaliza
Olvídate del café para todos. Trata de adaptar tu oferta, tu discurso, tu producto, lo máximo posible.
Cuanto más sienta tu audiencia que lo que le ofreces es solo para ellos, más percepción de valor habrá.
No hagas lo mismo que el resto
Si el mercado va hacia un lado… TÚ AL OTRO.
Me da igual cómo, porque además cada caso es distinto. La cosa es que te estrujes el coco y no seas como los demás. Esto no me cansaré de repetirlo nunca.
Para todo lo demás, Mastercard.
Diego Rodríguez escucha Corre, Kosecki de Detergente líquido.
Diego Rodríguez ha comido hoy un croissant a la plancha.
Diego Rodríguez sueña con el viaje de luego a Barcelona.
Pero tú quién eres y de dónde has salido?? Qué divertido es leerte! Gracias