Todo es por culpa de El Mago More
De cómo el ingenioso genioso youtuber retomó esta newsletter cinco meses después.
Desde julio sin escribir aquí.
Cojonazos los míos.
El tema es que voy camino de Nueva Zelanda (no mola ni nada decir la frase, tú) y he empezado con mi consumo impulsivo de literatura.
Para estos viajes suelo tirar de libros de desarrollo personal, que me hacen a) pasar el tiempo más rápido, b) hacerme pajas mentales con proyectos.
Y estoy con el segundo de El Mago More. Y ahí estoy, dándole vueltas a hacer cambios.

Y he dicho “buah, se me ha ocurrido una idea buenísima para contar en la newsletter”. E inmediatamente, la siguiente frase ha sido: “podía retomar la newsletter”.
Y he seguido leyendo.
Al Mago More.
Y no llevaba ni dos párrafos más y mi cabeza ha vuelto a llamar a la puerta. “A ver, monguer. Si tienes una idea buenísima, ¿qué haces que no la escribes?”.
Y he dudado si coger el móvil.
Estaba muy agusto leyendo.
Cómodo.
Pero es que lo cómodo no provoca cambios. Y encima, las buenas ideas se pierden.
De hecho, la buena idea que tenía, en ese ínterin de apenas un minuto, se ha ido a tomar por culo.
Pero he cogido el móvil y estoy escribiendo.
La primera newsletter desde julio.
Resumen: cuando queremos cambiar un hábito, más vale que no lo pospongamos. ¿Te viene algo bueno, realmente bueno, a la cabeza?
Pues te pones.
Pues lo apuntas.
Pues te mandas un audio por WhatsApp explicándote a ti mismo los siguientes pasos.
Porque si no va a venir el día a día y lo va a tapar con un montón de mierda.
Y a ver quién mete la mano ahí luego para rescatarlo.
Hale, me voy a la otra punta del planeta.
Diego Rodríguez escucha The luckiest de Ben Folds.
Diego Rodríguez ha comido hoy medio donut.
Diego Rodríguez sueña con tener poco jetlag.