Soy el culpable del calentamiento global
De cómo el ingenioso youtuber gusta de echarse la culpa de casi todo.
El viernes estaba desayunando con una chica.
Y no recuerdo exactamente cómo, terminé hablando de cómo me frustran las redes sociales.
Vamos, como a todo el mundo.
Pero en mi caso, por la frustración que supone currarte contenidos y que los dichosos algoritmos decidan no enseñarlo.
Y que eso se junte con mi síndrome del impostor y se haga la tormenta perfecta.
Dramitas del primer mundo.
Total, que estaba yo ahí quejándome de lo duro que era mi vida, y la chica me paró en seco.
«Cuando hablas así me imagino que te echas la culpa del calentamiento global».
Me quedé bizco, claro.
«Sí, te echas la culpa por algo que no depende de ti. Es muy gracioso».
La hijaputa tenía razón.
Qué lista la pava.
Y llevo todo el fin de semana pensando que es así.
Que todos tendemos a echarnos la culpa de cosas que son completamente externas.
Y curioso: cuanto más listos nos creemos, más culpa asumimos.
No deja de ser la necesidad de querer controlarlo todo.
Como si cada mal resultado fuera una señal de que no valemos.
Como si tuviésemos que rendirle cuentas al algoritmo.
O a la audiencia.
O yo qué se, al Excel de turno.
Lo peor de todo es que sí valemos.
Lo mismo no era el momento.
O no era el canal.
O simplemente no era el día.
Y punto.
Cuesta darse cuenta, eso sí.
Diego Rodríguez escucha a Omar y a Judit tarareando Amores que matan.
Diego Rodríguez ha comido hoy una pulga de jamón.
Diego Rodríguez sueña con el final de etapa del Tour.