¿Rojos financiando a fondos de inversión?
De cómo el ingenioso youtuber descubrió que ni los más antisistema se libran del sistema.
Este fin de semana se ha celebrado el Viña Rock.
Ya sabes: músika, okupas, punkarras, raperos, kalimocho, kamisetas del Che.
El uso de la k es obligatorio para kasi todo.
Lo que llamaría mi padre un festival pa’rrojos.
Bueno. Él iría más allá: “perroflautas con pulseras VIP”.
Sí, sería más su estilo. Básicamente lo de perroflautas. Lo de las pulseras lo añado yo para darle algo más de dramatismo a la escena.
(Yo, que soy lo que viene siendo bastante rojete)
En fin, que estoy no va de política.
Volvamos a los asistentes al Viña Rock..
Lo que igual no sabe toda esta gente que ha estado por Villarrobledo este finde es que el Viña Rock pertenece a SuperStrak Entertainment, una empresa propiedad de un fondo de inversión estadounidense que pagó 120 millones por hacerse con su control y que es dueño del Sonar, del Arenal Sound y de tropocientos festivales más de toda índole y color.
A ver, veamos:
Un fondo.
De inversión.
Propietario de un festival antisistema.
Y a mí es que estas cosas me fascinan.
Porque vivimos en un mundo en el que casi nadie tiene ni idea de lo que consume.
Ni de quién está detrás.
Ni de adónde va el dinero.
Ni de si las decisiones que tomas con tu cartera contradicen las que gritas en tus stories.
Y no lo digo solo por los que se ponen una camiseta de Lendakaris Muertos y luego pagan once euros por un cachi de cerveza bajo el logo de una sociedad con sede en Londres.
Lo digo por todos.
Por los que van al Viña.
Por los que compran ecológico en Amazon y se quejan de que el repartidor llega tarde.
Por los que critican a Elon Musk pero luego se tiran horas en Instagram dando de comer a otro parecido.
El problema no es la contradicción. Esa es inevitable.
El problema es ni siquiera preguntarse por qué.
Y ya.
Colorín colorado, la newsletter de hoy se ha acabado.
Circulen.
Diego Rodríguez escucha He visto que estás bien de Venturi.
Diego Rodríguez ha comido hoy una pulga de tomate.
Diego Rodríguez sueña con una siesta en condiciones antes de nadar.