Ser breve es una virtud. El «si tuviera más tiempo, te habría escrito una carta más corta» de Blais Pascal.
Yo no soy breve.
Tengo otras virtudes, pero esa no.
La cosa es que en muchas ocasiones nos volvemos locos pensando cómo explicar, cómo escribir, cómo describir, cuando un sota, caballo y rey sería mucho más útil.
Piensa que estás escribiendo para el tonto del pueblo, escuché el otro día.
A Isra Bravo, por si preguntáis.
Y creo que tiene toda la razón.
Aunque nuestro interlocutor no sea el tonto del pueblo, hay que hacer las cosas fáciles.
Hay que huir de lo difícil.
Hay que buscar lo simple.
Siempre.
En las últimas semanas, gracias a una chica, estoy aprendiendo a ser conciso. Yo mismo me doy cuenta de lo que me extiendo en historias que podrían limitarse a una frase: esto pasó por aquello. Y punto.
Y así nos sobra tiempo para otras muchas cosas.
Más interesantes.
Y ya.
Diego Rodríguez escucha Cabeza de león de Jero Romero.
Diego Rodríguez ha comido hoy hamburguesa (sin pan).
Diego Rodríguez sueña con dormir tranquilo.