Los hoteles de lujo están bien.
Las piscinas de hotel están bien.
El tener una pulserita para comer y beber lo que quieras está muy bien.
Es lo que he tenido esta semana pasada en el Training Camp.
Pero como en mi inodoro, en ningún sitio.
Lo digo siempre que vuelvo de vacaciones, o de una estancia larga fuera.
Las rutinas son las que nos construyen.
Las que hacen de nosotros quiénes somos.
Y es, a la hora de la verdad, como estamos más a gusto.
Ayer no hice prácticamente nada.
Pasé la mitad del día en el sofá.
Viendo cosas en la tele que me daban completamente igual.
Era el día de enganche.
Hoy a las ocho ya estaba trabajando, con mi listado de tareas, mis obligaciones, mis mails y mis mierdas.
Lo mismo esta newslettter de hoy no sirve de mucho, también es cierto.
Pero es que lo que quería contar es lo de las rutinas.
No son emocionantes:
No se pueden subir a Instagram.
Ni tienen su pulserita.
Pero están ahí cuando lo emocionante desaparece.
Porque saber qué es lo siguiente que toca, nos da tranquilidad.
Y nos deja espacio para el descanso y la relajación.
Al menos a mí.
Diego Rodríguez escucha la Sonata en D Mayor número 1 de Arcangelo Corelli.
Diego Rodríguez no ha comido nada hoy aún.
Diego Rodríguez sueña con ir a la piscina y leer a Pedro Simón.